¿Por qué los bebés no son conscientes?

Exactamente, desde la perspectiva conductista, podríamos decir que los bebés no son conscientes en el mismo sentido que los adultos, porque su repertorio conductual, incluidas las respuestas encubiertas como el pensamiento y el autoconocimiento, aún no se ha desarrollado. La consciencia, tal como la entendemos, emerge gradualmente a medida que el bebé interactúa con el entorno y se moldea a través de contingencias sociales, refuerzos y aprendizaje lingüístico.


¿Por Qué?

  1. Falta de repertorios discriminativos:
    Un bebé recién nacido no ha aprendido a discriminar entre estímulos internos (como hambre o malestar) y externos (como la voz de su madre o la luz). No puede «nombrar» o identificar esas experiencias porque carece de un marco aprendido para hacerlo.
  2. Ausencia de lenguaje:
    La capacidad de reflexionar sobre uno mismo está íntimamente ligada al lenguaje. Sin el lenguaje, es difícil desarrollar la capacidad de etiquetar pensamientos, emociones o acciones.
    • Ejemplo: Un bebé puede sentir dolor, pero no tiene palabras ni estructuras simbólicas para identificarlo como «mi pierna duele».
  3. Dependencia de contingencias inmediatas:
    La conducta de los bebés está casi completamente controlada por contingencias inmediatas. No tienen la capacidad de anticipar consecuencias futuras o reflexionar sobre el pasado.
  4. Desarrollo neurológico limitado:
    Aunque el conductismo pone énfasis en el entorno, también reconoce que ciertos repertorios requieren un desarrollo fisiológico mínimo, como el control motor, la memoria y la capacidad de aprendizaje simbólico.

El Proceso de Adquisición de la Consciencia

La consciencia se desarrolla gradualmente a medida que el bebé se expone a contingencias ambientales que moldean su conducta:

  1. Discriminación de estímulos:
    A medida que el bebé aprende a discriminar estímulos externos, comienza a responder de manera diferente a ciertas personas, objetos o situaciones.
    • Ejemplo: Reconocer la voz de sus cuidadores frente a la de un extraño.
  2. Lenguaje y etiquetado:
    Los cuidadores refuerzan constantemente la conducta de etiquetar («Eso es tu mano», «Estás triste», «Tienes hambre»), ayudando al niño a organizar y discriminar sus experiencias internas y externas.
  3. Autorreferencia:
    Cuando el niño comienza a usar el lenguaje para referirse a sí mismo («Yo quiero», «Estoy aquí»), empieza a construir una narrativa sobre su identidad, lo que llamamos «autoconciencia».
  4. Interacciones sociales:
    La consciencia se expande cuando el niño aprende a interpretar y anticipar las expectativas sociales, entendiendo cómo sus acciones afectan a otros y cómo otros responden a ellas.

Ejemplo Práctico: Desarrollo de la Consciencia en un Niño

  1. Bebé recién nacido:
    Responde a estímulos inmediatos, como el hambre (llora) o el confort (deja de llorar cuando es alimentado). No hay autoconciencia.
  2. 6-12 meses:
    Aprende a discriminar caras familiares y puede usar conductas como señalar para obtener refuerzos específicos (como atención o comida).
  3. 2 años:
    Comienza a usar el lenguaje para referirse a sí mismo («Eso es mío») y a los demás («Mamá está aquí»). Aquí emerge una forma inicial de consciencia basada en etiquetas verbales.
  4. 5 años:
    Puede reflexionar sobre sus acciones y emociones: «Me siento mal porque hice algo malo». Este es el inicio de una consciencia más compleja, influida por normas sociales y autorregulación.

¿Qué Papel Juegan las Contingencias Sociales?

El desarrollo de la consciencia depende en gran medida de las contingencias sociales. Los cuidadores y el entorno actúan como mediadores clave para enseñar al niño a discriminar, etiquetar y organizar su experiencia.

  • Ejemplo:
    Cuando un niño llora, el cuidador podría decir: «Estás triste porque no puedes jugar ahora». Este comentario refuerza la conducta del niño de vincular su estado interno con el contexto, desarrollando gradualmente la capacidad de introspección.

Conclusión: Por Qué los Bebés No Son Conscientes

Los bebés no son «conscientes» en el sentido adulto porque su repertorio conductual no ha sido moldeado aún por contingencias sociales, aprendizaje lingüístico y experiencias acumuladas. Sin estas herramientas, carecen de la capacidad para discriminar, etiquetar y reflexionar sobre sus estados internos o su relación con el mundo.

La consciencia, desde esta perspectiva, no es innata; es una conducta compleja que surge como resultado de la interacción entre el organismo y su entorno a lo largo del tiempo.

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