Exactamente, desde la perspectiva conductista, podríamos decir que los bebés no son conscientes en el mismo sentido que los adultos, porque su repertorio conductual, incluidas las respuestas encubiertas como el pensamiento y el autoconocimiento, aún no se ha desarrollado. La consciencia, tal como la entendemos, emerge gradualmente a medida que el bebé interactúa con el entorno y se moldea a través de contingencias sociales, refuerzos y aprendizaje lingüístico.
¿Por Qué?
- Falta de repertorios discriminativos:
Un bebé recién nacido no ha aprendido a discriminar entre estímulos internos (como hambre o malestar) y externos (como la voz de su madre o la luz). No puede «nombrar» o identificar esas experiencias porque carece de un marco aprendido para hacerlo. - Ausencia de lenguaje:
La capacidad de reflexionar sobre uno mismo está íntimamente ligada al lenguaje. Sin el lenguaje, es difícil desarrollar la capacidad de etiquetar pensamientos, emociones o acciones.- Ejemplo: Un bebé puede sentir dolor, pero no tiene palabras ni estructuras simbólicas para identificarlo como «mi pierna duele».
- Dependencia de contingencias inmediatas:
La conducta de los bebés está casi completamente controlada por contingencias inmediatas. No tienen la capacidad de anticipar consecuencias futuras o reflexionar sobre el pasado. - Desarrollo neurológico limitado:
Aunque el conductismo pone énfasis en el entorno, también reconoce que ciertos repertorios requieren un desarrollo fisiológico mínimo, como el control motor, la memoria y la capacidad de aprendizaje simbólico.
El Proceso de Adquisición de la Consciencia
La consciencia se desarrolla gradualmente a medida que el bebé se expone a contingencias ambientales que moldean su conducta:
- Discriminación de estímulos:
A medida que el bebé aprende a discriminar estímulos externos, comienza a responder de manera diferente a ciertas personas, objetos o situaciones.- Ejemplo: Reconocer la voz de sus cuidadores frente a la de un extraño.
- Lenguaje y etiquetado:
Los cuidadores refuerzan constantemente la conducta de etiquetar («Eso es tu mano», «Estás triste», «Tienes hambre»), ayudando al niño a organizar y discriminar sus experiencias internas y externas. - Autorreferencia:
Cuando el niño comienza a usar el lenguaje para referirse a sí mismo («Yo quiero», «Estoy aquí»), empieza a construir una narrativa sobre su identidad, lo que llamamos «autoconciencia». - Interacciones sociales:
La consciencia se expande cuando el niño aprende a interpretar y anticipar las expectativas sociales, entendiendo cómo sus acciones afectan a otros y cómo otros responden a ellas.
Ejemplo Práctico: Desarrollo de la Consciencia en un Niño
- Bebé recién nacido:
Responde a estímulos inmediatos, como el hambre (llora) o el confort (deja de llorar cuando es alimentado). No hay autoconciencia. - 6-12 meses:
Aprende a discriminar caras familiares y puede usar conductas como señalar para obtener refuerzos específicos (como atención o comida). - 2 años:
Comienza a usar el lenguaje para referirse a sí mismo («Eso es mío») y a los demás («Mamá está aquí»). Aquí emerge una forma inicial de consciencia basada en etiquetas verbales. - 5 años:
Puede reflexionar sobre sus acciones y emociones: «Me siento mal porque hice algo malo». Este es el inicio de una consciencia más compleja, influida por normas sociales y autorregulación.
¿Qué Papel Juegan las Contingencias Sociales?
El desarrollo de la consciencia depende en gran medida de las contingencias sociales. Los cuidadores y el entorno actúan como mediadores clave para enseñar al niño a discriminar, etiquetar y organizar su experiencia.
- Ejemplo:
Cuando un niño llora, el cuidador podría decir: «Estás triste porque no puedes jugar ahora». Este comentario refuerza la conducta del niño de vincular su estado interno con el contexto, desarrollando gradualmente la capacidad de introspección.
Conclusión: Por Qué los Bebés No Son Conscientes
Los bebés no son «conscientes» en el sentido adulto porque su repertorio conductual no ha sido moldeado aún por contingencias sociales, aprendizaje lingüístico y experiencias acumuladas. Sin estas herramientas, carecen de la capacidad para discriminar, etiquetar y reflexionar sobre sus estados internos o su relación con el mundo.
La consciencia, desde esta perspectiva, no es innata; es una conducta compleja que surge como resultado de la interacción entre el organismo y su entorno a lo largo del tiempo.