¿Por qué sufrimos por un rechazo amoroso?

Desde el punto de vista del conductismo, el sufrimiento que experimentamos cuando alguien nos rechaza o deja durante la fase de enamoramiento se debe a un conjunto de procesos relacionados con el aprendizaje, las contingencias de refuerzo y la interrupción de patrones conductuales que han sido profundamente reforzados en poco tiempo. El dolor que sentimos no es solo emocional; es el resultado de una interrupción abrupta en el sistema de refuerzo que sostenía nuestras conductas y expectativas en la relación.


1. El Enamoramiento: Una Etapa de Refuerzo Intenso

Durante el enamoramiento, las interacciones con la persona amada suelen estar cargadas de refuerzos positivos intensos y frecuentes, como:

  • Palabras afectuosas.
  • Contacto físico (abrazos, besos).
  • Tiempo compartido y atención plena.
  • Validación emocional y social.

Estos refuerzos no solo fortalecen las conductas de cercanía, sino que también generan una dependencia emocional hacia la persona, porque comenzamos a asociarla con el bienestar y el placer. En términos conductuales, la persona amada se convierte en un reforzador condicionado extremadamente poderoso.

Cuando esta fuente de refuerzo desaparece, ya sea por rechazo o abandono, se produce un vacío conductual que desencadena sufrimiento.


2. Extinción de Conductas y la Respuesta Emocional

En el conductismo, el término «extinción» se refiere al proceso por el cual una conducta disminuye o desaparece porque ya no recibe refuerzo. Cuando alguien nos rechaza o abandona:

  • Las conductas previamente reforzadas (como buscar contacto, enviar mensajes, mostrar afecto) dejan de ser efectivas.
  • Esto genera frustración y una resistencia a la extinción, es decir, seguimos intentando recuperar el refuerzo, aunque ya no esté disponible.

Ejemplo:

Si enviar un mensaje a esa persona solía generar una respuesta positiva (como un «te extraño»), el rechazo elimina esa respuesta. Sin embargo, es probable que sigamos intentando contactar a esa persona, lo que aumenta la frustración cuando el refuerzo nunca llega.


3. La Pérdida de Refuerzos Negativos

El rechazo no solo elimina los refuerzos positivos, sino también los negativos. Durante el enamoramiento, la presencia de la persona amada:

  • Aliviaba emociones aversivas como la soledad, la inseguridad o el estrés.
  • Brindaba seguridad emocional, actuando como un «refugio» frente a situaciones difíciles.

Cuando esta fuente de alivio desaparece, las emociones aversivas regresan con mayor intensidad, lo que contribuye al sufrimiento.

Ejemplo:

Si estabas acostumbrado a compartir tus problemas con esa persona y sentirte mejor, su ausencia deja un vacío donde el estrés o la ansiedad ya no tienen un canal de alivio.


4. La Generalización del Refuerzo Condicionado

Durante la fase de enamoramiento, el reforzador (la persona amada) se asocia con múltiples aspectos de nuestra vida:

  • Actividades compartidas (como visitar ciertos lugares o escuchar cierta música).
  • Momentos específicos (como mensajes en la mañana o llamadas nocturnas).
  • Sensaciones físicas y emocionales placenteras.

Esto significa que, incluso cuando no estamos con la persona, los estímulos que la recuerdan pueden desencadenar una respuesta emocional intensa. Cuando alguien nos deja, estos estímulos ya no están acompañados del refuerzo positivo habitual, lo que genera un contraste doloroso.

Ejemplo:

Escuchar una canción que solían disfrutar juntos puede evocar recuerdos placenteros, pero ahora también genera tristeza porque el refuerzo ya no está disponible.


5. La Falta de Alternativas Reforzantes

El enamoramiento puede desplazar otras fuentes de refuerzo en nuestra vida. Es común que en esta fase las personas reduzcan su atención hacia amigos, hobbies o intereses personales porque concentran su tiempo y energía en la relación. Cuando esa relación termina, puede haber una escasez de reforzadores alternativos, lo que intensifica el vacío emocional.

Ejemplo:

Una persona que pasaba la mayoría de sus tardes con su pareja ahora siente que tiene «demasiado tiempo libre», pero carece de actividades reforzantes para llenarlo.


6. El Rechazo Como Estímulo Aversivo

El rechazo en sí mismo puede actuar como un estímulo aversivo. En términos conductuales:

  • Puede asociarse con emociones negativas intensas, como el sentimiento de fracaso, vergüenza o inseguridad.
  • Si el rechazo es repentino o inesperado, genera una pérdida de control sobre el entorno, lo que puede aumentar la ansiedad.

7. La Resistencia al Cambio: La Esperanza de Recuperar el Refuerzo

Cuando hemos sido condicionados a recibir refuerzos positivos de una persona, es natural que intentemos recuperar esa fuente de refuerzo. Este comportamiento puede manifestarse como:

  • Intentar contactar repetidamente a la persona.
  • Fantasear con una reconciliación.
  • Revisar constantemente recuerdos o interacciones pasadas.

Esta resistencia a la extinción prolonga el sufrimiento, ya que refuerza la atención hacia la pérdida en lugar de redirigirla hacia nuevas fuentes de refuerzo.


8. El Papel del Condicionamiento Clásico

Además del condicionamiento operante, el condicionamiento clásico también juega un papel en el sufrimiento. Durante el enamoramiento, asociamos a la persona amada con sensaciones placenteras (emociones positivas, contacto físico, etc.). Después del rechazo:

  • Los estímulos que antes evocaban felicidad (como fotos o lugares) ahora desencadenan tristeza o nostalgia porque se asocian con la pérdida.

Cómo Manejar el Dolor Desde el Conductismo

Aunque el sufrimiento tras el rechazo es natural, podemos manejarlo al redirigir nuestras conductas hacia nuevas fuentes de refuerzo:

  1. Introducir nuevos reforzadores:
    Buscar actividades, personas o entornos que proporcionen refuerzos positivos alternativos (por ejemplo, pasar tiempo con amigos, practicar hobbies o hacer ejercicio).
  2. Reducir la exposición a estímulos condicionados:
    Limitar el contacto con estímulos que recuerden a la persona (como fotos, redes sociales o lugares significativos) para minimizar las respuestas emocionales asociadas.
  3. Romper la resistencia a la extinción:
    Reconocer que intentar recuperar el refuerzo perdido solo prolonga el dolor y redirigir esas conductas hacia objetivos más productivos.
  4. Reforzar conductas de autocuidado:
    Premiarte por acciones que fomenten tu bienestar, como completar una rutina de ejercicio o dedicar tiempo a un proyecto personal.

Conclusión: El Dolor del Rechazo Desde el Conductismo

El sufrimiento que sentimos tras un rechazo o abandono en la fase de enamoramiento no es un misterio; es la consecuencia de la pérdida abrupta de una fuente de refuerzo altamente significativa. Entender este proceso desde el conductismo nos permite identificar patrones y tomar medidas concretas para mitigar el dolor, redirigir nuestras conductas y restablecer el equilibrio emocional.

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